Nuestro regalo de Reyes ha sido este fantástico viaje por el apasionante mundo de los incas. Han sido cuatro días caminando entre montañas, ruinas y restos arqueológicos, bosques subtropicales, puna húmeda, tiendas de campaña, porteadores y turistas.
En resumen, el viaje ha estado rechévere.
Todo comenzó un 6 de enero a las 6 de la mañana. En la Plaza de Armas de Cuzco nos esperaba un minibus con otros 11 gringos dispuestos a darlo todo en los próximos días. El minibus nos acercó al km 82 de la carretera que más se acercaba a Machu Pichu, ahí comenzaba la verdadera aventura. Ataviados con bastones y ponchos para la lluvia nos disponíamos a recorrer el camino que siglos atrás realizaban los más fieles seguidores de las creencias religiosas incas (y sus sirvientes).
El chasco lo descubrimos cuando después de tres días de viaje el guía Pacha nos dijo: "aquí es dónde realmente se comenzaba el camino inca" (¡asi que creímos que todo lo demás era una farsa para sacarnos la plata a los crédulos turistas!). Bueno, en realidad es que parte del camino se ha perdido y que sólo el tercer día se comienza a andar sobre el camino inca que se ha conservado hasta hoy.
Nosotros, pese a saber la verdad, hicimos el Camino como si fuese el real y el mejor posible, como verdaderos incas hacia su ciudad sagrada.
Al igual que los incas ricos, nosotros fuimos acompañados durante todo el camino de los más fuertes y sacrificados porteadores.
El primer día fue bello y los primeros kilometros fueron fáciles. Tuvimos una hermosa vista del nevado la Veronica y caminamos cerca del río Vilcanota hasta que llegamos al complejo arqueológico de Llactapata. Luego continuamos hasta Wayllabamba donde pasamos la noche después de una reparadora cena.
En el 2º día, tomando un descanso, tras la dura ascensión al punto más alto (4215 m.)
El segundo día fue el más difícil de la caminata pero no imposible para el grupo, porque pasamos por el punto más alto del Camino Inca, a
El tercer día fue el más largo pero el más bonito. Pasamos por bastantes complejos arqueológicos: Runkarakay, Sayacmarca, Puyupatamarca y Wiñay Huayna. Además los paisajes eran preciosos y pasamos de la sierra a la ceja de Selva y así conocimos un nuevo ecosistema de Perú que no conocíamos: la selva tropical alta (esta era aún más alta que la de Villa Rica).
El último y más ansiado día era el que finalizaba con nuestra dura expedición en nuestro objetivo final: El Santuario Histórico de Machupichu. El día comenzó a las 3.30 h de la mañana, con pinzas en los ojos nos disponíamos a apreciar la salida del sol en Machupichu. Después de una hora de caminata pasamos por el Inti Punku o Puerta del sol, conocida también como la puerta de ingreso al Machupicchu. Allí apreciamos la vista panoramica más impresionante de toda la ciudadela.
Recontra contentos tras haber alcanzado nuestro sueño
El descenso hasta la ciudadela no era tan fácil como parecía...; detrás de cada curva nos acechaban multitud de peligros. Detrás de una de ellas, una amenazante llama hizo despertar el espíritu aventurero que llevamos dentro... Pedro, dispuesto a captar semejante instantánea se abalanzó sobre el precipicio y a punto estuvo de caer al abismo. Celia, mientras tanto, posaba encantada con la llama para el Calendario "Camioneros incas, 2011". A costa de unos moratones, Pedro retrató lo siguiente:
El mes de enero del Calendario "Camioneros incas, 2011"
Cuando conseguimos llegar a la ciudadela visitamos las plazas, Fuentes Sagradas, Templos, y los sectores agrícola y urbano.
El cansancio consiguió hacer mella por primera vez en Pedro (en Celia ya llevaba haciendo mella tiempo atrás), y tras dos horas de visita guiada, nos desplomamos sobre la blanda hierba de los incas para descansar y poder disfrutar después de la verdadera Ciudadela.
Tras la siesta nos levantamos así de contentos:
Tras estos cuatro días tan buenos, la aventura ha acabado. Pero los siguientes destinos nos tienen expectantes y ávidos de nuevas experiencias. Os seguiremos contando en: Vicuñas, Celis y Pericos.
4 comentarios:
Hola guapos. Aunque no lo sepáis os sigo la pista. Lo único que se me ocurre deciros es. ¡¡Qué envidia!! Un beso y feliz año.Guille.
Lo dicho en el email, menuda envidia nos dais. Seguro que traeréis muchas fotos para contárnoslo todo con muchos pelos y señales.
Machupichu siempre ha sido uno de los lugares que he querido visitar... algún día me tocará.
¿Cuantos porteadores necesitaremos los papás para hacer el camino del inca?
Anónimo
Bueno, que la vida en Madrid también está guay, aquí también nos perdemos cosas, como estar con todos vosotros!Y en la vida hay tiempo pá todo!
Los papás, con un porteador extra para cada uno, que lleve sus cosillas, de sobra.......lo que no preguntamos es si hay porteadores que lleven a la gente en brazos!
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