lunes, 1 de marzo de 2021

¿Un presupuesto público mundial? Desigualdad mundial: las diferencias en el gasto público por persona y año

 El otro día comparé los presupuestos anuales que tienen los gobiernos de cada país en todo el mundo y encontré cosas muy sorprendentes. Todas las cifras que aporto se refieren a gasto público en un año (cifras obtenidas de la web: https://datosmacro.expansion.com/estado/gasto, y referidas al año 2018). No pretendo que sean exactas, si no que sirvan para mostrar grandes diferencias a grandes rasgos.

Por ejemplo, el país del mundo con mayor gasto público es Estados Unidos (6 billones de €), y después China, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido (1 billón de €). España está en el puesto 11, con 0,5 billones de €. En cambio, el país con mayor gasto público per cápita es Luxemburgo[1] con 44.500 €/habitante, seguido de los países nórdicos (Noruega, Dinamarca, Islandia, Finlandia y Suecia), con entre 35.000 y 23.000  €/habitante. Suiza y Austria están entre los primeros también, con más de 21.000 €/habitante. Le siguen Bélgica, Francia, Países Bajos y Alemania (entre 19.000 y 21.000 €/habitante). Estados Unidos aparece en la posición 14 (casi 19.000 €/habitante). En este caso, España aparece en el puesto 25, con 11.000 €/habitante.


Gasto público (€/hab y año) en algunos países, para mostrar las grandes diferencias entre países. Sólo se muestra una selección de países para que el gráfico se lea más fácilmente.


A su vez, los que tienen un gasto público per cápita menor son la República Democrática del Congo, Madagascar, Burundi y la República Centroafricana, con entre 53 y 67 €/habitante al año. El siguiente país es la República de Yemen (sumido en una terrible guerra con gran influencia de países extranjeros desde hace años), y a continuación otros seis países africanos, con menos de 112 €/habitante. De los 25 países con menor gasto público per cápita, 21 son africanos, y los demás se encuentran sumidos en guerras desde hace años. India tiene un gasto de 445  €/habitante (en el puesto 144 de 186 países estudiados).

Al comparar estas cifras entre unos países y otros, resulta que la ciudadanía de varios países europeos recibe servicios públicos (y a su vez paga impuestos) 200 veces mayores que los ciudadanos de los países que menos reciben. Aún más llamativo, un ciudadano de Luxemburgo recibe los mismos servicios públicos que 841 ciudadanos de la República del Democrática del Congo. Para presentar otro ejemplo menos extremo: Yo vivo en España y trabajo en un proyecto de investigación en Mozambique: los españoles reciben 87 veces más servicios que los mozambiqueños. Es cierto que el poder adquisitivo y muchos costes son diferentes en unos países que en otros, y esto haría que la diferencia real sea menor, pero también es cierto que algunos costes son iguales o incluso mayores. En cualquier caso, la diferencia es tanta, que es escandaloso. 

En la misma Europa también se dan notables diferencias, pues por ejemplo Rumanía y Bulgaria gastan 4.000 y 3.000 €/habitante al año (y Serbia y Bosnia Herzegovina 2.500 €/habitante) frente a los 20.000 €/habitante de los Países Bajos. 

Diferencias entre el presupuesto público disponible por el 10% de la población con mayores recursos y con menos.

Un mejor reparto de la riqueza mundial

Estas cifras me llaman la atención en dos sentidos. El primero, es cuando pensamos en los intentos de cada país por mejorar su situación económica y social, por mejorar su desarrollo: teniendo en cuenta estos números, no me sorprende que a los países con menos recursos les cueste tanto conseguir mejorar sus servicios públicos como por ejemplo la educación, la sanidad, o el abastecimiento de agua, que son las mejoras que necesitan para combatir la malnutrición y reducir la pobreza.

El segundo sentido en el que me sorprenden estas cifras es que compartiendo sólo un porcentaje del gasto público de los países con mayores recursos, se podría conseguir muchísimo en los países con menos recursos. En este sentido, he hecho dos ejercicios. El primero consiste en considerar que hubiera un presupuesto mundial y que todos los recursos públicos mundiales se repartieran entre toda la población mundial.

Los países que tienen actualmente un gasto público per cápita más cercano a la media mundial (3.500 €/habitante) son Rumania, Argentina, Montenegro, Antigua y Barbuda, Tuvalu, Chile, la Federación de Rusia, Bulgaria y Brasil: entre 3.000 y 4.000 €/habitante. En este conjunto de países están los que tienen el gasto per cápita más bajo entre los europeos (Bulgaria y Rumanía), y los más altos entre los países de América Latina (Argentina, Chile y Brasil). China está en el puesto 79, con un gasto muy cercano al gasto medio (2.800 €/habitante).

Si el gasto público mundial se repartiese de forma igual entre toda la población, a Luxemburgo le correspondería el 8% de su presupuesto actual, a Noruega el 10%, a Estados Unidos el 20%, a España el 31%, a Hungría el 50%, a Sudáfrica el doble del actual, a Irán y Armenia 4 veces más, a Costa de Marfil 10 veces su presupuesto actual, a Burkina Faso 20 veces mayor, y a la República Democrática del Congo 65 veces su presupuesto actual. 

Por supuesto, el gasto público disponible en cada país depende de dos factores principalmente: del valor producido en cada país (PIB), y de los impuestos que se recaudan en cada uno. Ambas circunstancias se combinan y el resultado es que los que tienen mayores presupuestos públicos tienen un % mayor de gasto público con respecto al PIB (como el 57% de Dinamarca, el 52% de Bélgica, Noruega y Finlandia), y los que tienen un presupuesto menor, también tienen un porcentaje más pequeño de gasto público respecto a su PIB (como el 11% de la República Democrática del Congo, el 12% de Guatemala o el 9% de Yemen).

Y el segundo ejercicio: los 25 países que tienen el gasto público más alto per cápita suman casi 1.000 millones de habitantes. El 1% de su gasto público supone 2,6 veces el presupuesto de los 25 países que tienen el gasto público per cápita más bajo, que suman 600 millones de personas. Y supone el 60% del gasto público actual de los 40 países con el gasto público per cápita más bajo, que suman 1.400 millones de personas. Es decir, si los 25 países con el gasto público más alto aportaran el 1% de su presupuesto a los 40 países con menor gasto público, se podría aumentar el presupuesto de estos países en un 60%!

Por supuesto, se podrían dar fórmulas más proporcionales tanto para los países donantes como para los receptores. E incluso se podría pensar en aportaciones mayores al 1%. En cualquier caso, está claro que este tipo de aportación supondría una diferencia notable para los países receptores, que les permitiría acelerar su desarrollo enormemente.

Por supuesto, esos 25 países con mayor presupuesto público per cápita tampoco tienen resueltos todos sus problemas internos, encuentran grandes desigualdades en sus propios países, y grandes necesidades. En España por ejemplo hay múltiples sectores que necesitan un mayor gasto público, como la educación, la sanidad, el cuidado del medio ambiente, el cuidado de personas dependientes o con necesidades especiales, y muchas más. Y por supuesto, hay una gran resistencia interna a aumentar el presupuesto de ayuda al desarrollo. Me acuerdo de la campaña que se hizo en España en la década de 1990 para alcanzar el 0,7% del PIB, que no sólo nunca se ha alcanzado, si no que se ha reducido considerablemente desde entonces.

Además de compartir parte del presupuesto nacional en un presupuesto mundial, otra medida muy efectiva para aumentar los recursos públicos de todos los países es reducir la evasión fiscal. De nuevo, los países con menos recursos son los más afectados, porque proporcionalmente la cantidad evadida es superior a la de los países con mayores recursos. La mayoría de los paraísos fiscales están asociados a algunos de los países más poderosos y ricos del mundo, como el Reino Unido, Francia o Estados Unidos, que tienen una gran responsabilidad para acabar con esta lacra. Pero la evasión fiscal es otro tema que puede dar mucho que hablar y prefiero no seguir con ello ahora.

Por último, también es importante tener en cuenta otros dos factores que influyen en la desigualdad mundial y las dificultades para mejorar la calidad de vida. Uno de ellos es la gobernanza: cómo de bien se gobierna, la importancia de la corrupción, que las decisiones beneficien a todos y no sólo a algunos, etc. Y otro son los acuerdos comerciales internacionales, que tienen una influencia decisiva en la capacidad de cada país para tomar ciertas decisiones. Aquí ya entramos en la geopolítica, que es un jardín muy complicado...   

¿Qué os parece? ¿Hacemos un presupuesto compartido entre todos los habitantes del planeta? ¿Os parecería justo? ¿Y os gustaría?

Sólo la fuerza del conjunto de la sociedad, organizada y unida, puede conseguir cambiar estas estructuras para conseguir un mundo más justo, más próspero para todos y un desarrollo más veloz de los países con más dificultades y menos recursos. ¡Para ello seguramente sea necesario un gobierno mundial! Ello sólo se podrá conseguir con un movimiento internacional que se alce frente a los grandes poderes, que se resistirán con gran fuerza. Actualmente parte de esa resistencia la ejercen a través de la promoción de ideas económicas y sociales que les benefician, que subvencionan y financian mucho. Eso hace a su vez que una parte muy importante de la población se identifique con dichas ideas y no crean apropiados ni necesarios los cambios aquí propuestos. Sin embargo, hay una multitud de pensadores, científicos y activistas luchando por ello en todo el mundo. ¡Sólo hay que unirse a la lucha, de una forma en la que nos sintamos útiles y en la que sepamos cuál es nuestro papel, hasta que lo consigamos!



[1] Bermudas aparece el primero pero no se si se trata de un error, así que no le dedico mucha atención. Sólo me gustaría llamar la atención de que es uno de los mayores “paraísos fiscales” del mundo, junto también con... Luxemburgo!